Lostengusonduendesde las montañas y los bosques deJapón. Su aspecto ha ido evolucionando con el tiempo: al principio se les imaginaba como pájaros sobrenaturales (con forma de cuervo o ave rapaz); a partir del siglo VIII adoptan apariencia híbrida entre humano y ave, y más tarde una figura casi por completo humana, en la cual de su pasado ornitológico solo quedan las alas y una nariz aguileña de tamaño desproporcionado. Bajo todas estas formas aparecen en lasleyendas.
Los tengu poseen ciertos poderes mágicos, destacando sobre todo en la evocación de complejas ilusiones que parecen reales. Pueden disfrazarse de ser humano, de monje generalmente. Pero lo más curioso acerca de ellos tal vez sea su condición de supremos espadachines. En ocasiones enseñan su arte a los héroes de algunas narraciones, y, según ciertas leyendas, el arte marcial deljiujitsu procedería de este magisterio.
Su carácter resulta huraño, desabrido y pendenciero. Poseen además un peculiar sentido del humor que les lleva a gastar bromas pesadas, a veces tan crueles como para poner en riesgo la cordura de sus víctimas; no es raro que los personajes secuestrados por ellos regresen a sus casas completamente dementes.
Cuentan que unsamuraillamado Kiuchi Heizayemon se topó una noche con un tengu que, tras desarmarlo con la espada, le obligó a subir a una especie de bandeja metálica. La bandeja comenzó a volar por los aires, llevándolo en un viaje fantástico que a él le pareció durar diez días y atravesar varios países, cuando en realidad solo habían transcurrido unos segundos: los que tardó la bandeja en depositarlo sobre el tejado más alto de un templo cercano. De allí lo rescataron sus amigos completamente aterrorizado. Nada más pisar el suelo, se desmayó de tal manera que no recuperó la conciencia hasta pasados tres días.
Pero los tengu pueden también mostrar gratitud.Lafcadio Hearnnarra que en el monte Hiyei-Zan, cerca deKyoto, uno de estos seres recompensó al sacerdote que le había salvado de morir desplumado; le correspondió conjurando para él la visión deBudapredicando sobre la montaña sagrada de Gridhrakuta, único deseo que el sacerdote pudo encontrar en su corazón. La visión le costó al tengu su capacidad para volar, pues el sacerdote, desoyendo su advertencia, habló durante la visión, con lo que el Guardian de la Doctrina, Gohotendo, alertado así de la representación sacrílega que estaba teniendo lugar, descendió del cielo y como castigo rompió al tengu una de sus alas.
Es famosa la historia del héroeYoshitsune, a cuyo padre asesinó Kiyomori, el lider del clan Taira. Su madre se vio obligada a casarse con este a cambio de que le perdonase la vida a él y a sus hermanos. Conmovido por la desgraciada historia del joven, el rey de los tengu,Soyobo, se comprometió a enseñarle todo lo que se puede aprender sobre el arte de la espada. Yoshitsune emplearía las habilidades adquiridas para vengarse del pérfido clan Taira.
La creencia en los tengu se mantuvo viva hasta época reciente. Ya en 1860, el señor de Dewa publicó un edicto en el cual exhortaba a los tengu locales a trasladarse a otras montañas mientras durase una próxima visita del shogun al santuario de Nikko. Según parece, al gobernador de Dewa le preocupaba que los bulliciosos tengu pudiesen hacer objeto de sus burlas al gran señor.
El Tengu no aparece en muchos animes, sus armas, enseñanzas y alguna que otra cosa sí, pero él no, algunos animes en los que aparece son: Tactics, Shinzo, Urusei Yatsura, Pokemon y Kamisama Hajimemashita
Este cuento data del siglo IX y su autor es anónimo. Pese a numerosos investigaciones su identidad ha llevado a conjenturas y varias teorías y una de ella es que la creadora de esta historia es una mujer. Se cree posible ya que en el periodo Helan 794- 1185 las mujeres tenían libertad a la cultura y literatura.
Había una vez un anciano llamado Taketori-no-Okina (“anciano cortador de bambú”) que vivía con su esposa. Un día fue a una plantación de bambú para recolectar brotes. Cuidadosamente cortó el bambú y se quedó asombrado al encontrar a un precioso bebé en el interior. Era una niña. Taketori decidió recogerla y llevarla a su casa.
– Mira lo que he encontrado – dijo llorando el anciano mientras le mostraba a la pequeña niña que encontró dentro del bambú a su esposa.
La viejita respondió:
– Ciertamente son los dioses los que nos han mandado a esta encantadora niña.
Decidieron quedarse con la niña y la llamaron Kaguya-Hime, la Princesa de la Luz Brillante.
La pequeña niña creció muy rápidamente y con el tiempo se volvió muy hermosa. Cuando el anciano o su esposa estaban cansados o de mal humor, solo les bastaba con ver a la niña para sentirse bien nuevamente. Ellos vivían muy felices con Kaguya Hime, a la que querían como si fuera su propia hija. Además, desde el mismo día en que había encontrado a la pequeña, siempre que Taketori cortaba un bambú encontraba oro dentro de él. Gracias a esto, pronto se hizo rico y pudo permitirse el lujo de construir una gran casa en la que vivir cómodamente con su anciana esposa.
Cuando Kaguya Hime creció, se convirtió en una mujer de gran belleza, que se hizo muy famosa en todo el mundo por su elegancia y hermosura, a pesar de que el anciano no permitía que su preciosa princesa saliera de casa. Cinco príncipes llegaron a su casa para pedir la mano de Kaguya en matrimonio. Pero ella era reacia a casarse, así que les propuso a sus pretendientes varias tareas imposibles para llevar a cabo antes de conseguir casarse con ella.
A su primer pretendiente, Kaguya le encargó traer el caliz sagrado de Buda que se encontraba en La India. Al segundo príncipe le encargó recuperar una legendaria rama hecha de plata y oro. El tercero tenía que intentar conseguir al legendario vestido del ratón de sol que se dice que está en China. Al cuarto le pidió que le trajera una joya de colores que brillaba al cuello de un dragón. Al último príncipe, le encargó una concha preciosa que las golondrinas guardaban como un tesoro. Esto desilusionó mucho a los pretendientes, pues la princesa les había pedido objetos que nadie sabía si existían realmente. Aún así decidieron intentarlo.
Un día, llego el primer hombre y trajo la taza de Buda que la princesa había pedido, pero pronto Kaguya descubrió que no había ido realmente a la India como ella lo pidió, sino que en su lugar le había traído una taza sucia de un templo cerca de Kyoto. Cuando la princesa lo vio, supo inmediatamente que esta no era la taza de Buda.
El segundo no tenía idea de donde podría encontrarse una rama de plata y oro, por lo que decidió ordenárselo a unos joyeros. Cuando los joyeros fabricaron la rama, él se la llevó a la princesa. Era una rama de plata y oro tan maravillosa que ella pensó que realmente se trataba de lo que había pedido y pensó que no podría escapar del matrimonio con este joven… de no ser porque los joyeros aparecieron para reclamar al pretendiente su dinero. De esta manera la princesa comprendió que esta rama no era la verdadera y por consiguiente no era lo que ella había pedido.
El tercer pretendiente, a quién se le había pedido el vestido del ratón del sol, les dio dinero a algunos comerciantes que iban a China. Ellos le trajeron una piel vistosa y le dijeron que pertenecía al ratón de sol. Se lo llevó a la princesa y ella dijo :
– Realmente es una piel muy fina. Pero la piel del ratón de sol no arde, aún cuando se tira al fuego. Probémoslo.Y Kaguya tiró la piel en el fuego, y como era de esperar, la piel ardió.
El cuarto pretendiente era muy valiente e intentó encontrar al dragón por sí mismo. Navegó y vagó durante mucho tiempo, porque nadie sabía donde vivía el dragón. Pero durante una jornada, fue asediado por una tormenta en la que casi pierde la vida. La tormenta le impidió seguir buscando al dragón, así que regresó a su casa. De vuelta en su hogar, se encontró muy enfermo y no pudo volver con la Princesa Kaguya.
El quinto y último de los hombres buscó en todos los nidos, y en uno de ellos pensó que había encontrado lo que la princesa le había encargado; pero al bajar tan aprisa por la escalera, se cayó y se lastimó. Ni siquiera lo que tenía en su mano era la concha que la princesa había pedido, sino una golondrina vieja y dura.
De este modo todos los pretendientes fracasaron, y ninguno podría casarse con la princesa.
Un día, un Emperador quiso conocer la extraordinaria belleza de Kaguya Hime. En cuanto la vio, quedó impresionado de la joven y le pidió que se casara con él y fuera a vivir a su palacio. Pero la princesa rechazó también su propuesta, diciéndole que era imposible, ya que ella no había nacido en el planeta y no podía ir con él.
Ese verano, cada vez que la princesa miraba la Luna, sus ojos se llenaban de lágrimas. Los ancianos estaban muy preocupados, pero la princesa guardaba silencio. Un día antes de la luna llena de mediados de agosto, la princesa explicó por qué estaba tan triste. Explicó que no había nacido en el planeta, sino que procedía de la Ciudad de la Luna, a dónde debía regresar en la próxima luna llena, y que vendrían personas a buscarla.
Los ancianos trataron de convencerla de que no partiera, pero ella contestó que debía hacerlo. Así que Taketori corrió en busca del Emperador, y le contó toda la historia. El Emperador, para evitar que la princesa Kaguya se marchara, envió a su casa una gran cantidad de soldados.
Pero en la noche de la luna llena de mediados de agosto, una intensa luz los cegó a todos y las gentes de la Ciudad de la Luna bajaron por la princesa. Los soldados no pudieron combatir ni tratar siquiera de impedirlo, porque estaban cegados por aquella intensa luz y porque extrañamente habían perdido las ganas de luchar.
La princesa se despidió de sus padres, y les dijo que no deseaba irse, pero que tenía que hacerlo. También se despidió del Emperador por medio de una carta.
El desolado Emperador envió un ejército entero de soldados a la montaña más alta de Japón, el gran Monte Fuji. La misión era subir hasta la cima y quemar la carta que Kaguya-Hime había escrito, con la esperanza de que llegara a la ahora distante princesa.
Años después, de la Luna cayó la capa que la gente de la Ciudad de la Luna le había dado a la princesa Kaguya. Un monje, llamado Miatsu, se enteró de la historia de la princesa y fue a ver al Emperador. Le dijo que si alguna vez la luna llena aparecía más de lo debido, llevaran la capa al Monte Fuji y lo quemaran. El monje le dijo que la princesa Kaguya había recibido la carta que el había quemado , y que se encontraba molesta por no haberse podido quedar en el planeta, por lo que había decidido convertir la Tierra en un lugar como la luna. El Emperador le pidió al monje que sellara a Kaguya en un lugar del cual jamás pudiera salir.
El monje Miatsu lo hizo así, en un espejo del palacio (que fue conocido como espejo de la vida o de la luna) con los cinco objetos que la princesa había pedido a sus pretendientes, como llaves de abertura y cerradura del portal entre la luna y la tierra (el monje los tenía); de esta forma la humanidad estaría a salvo del poder de la princesa.
La princesa Kaguya se enteró por medio de un susurro de un sirviente del palacio que estaba encargado de cuidar el espejo que la mantenía cautiva del hechizo y el engaño del emperador, así que le pidió a una de las personas de la luna que hiciera que del Monte Fuji cayera fuego, lava, cenizas y gases venenosos que causaran la muerte de la región entera. La persona así lo hizo, y tomando la furia de la princesa como componente principal, creó al volcán (antes era nada más una montaña), que no hizo erupción debido a que la rabia de la princesa no era suficiente así que tenían que esperar hasta que la rabia de la princesa se acumulara y fuera la suficiente para hacer estallar al volcán. Desde entonces las erupciones del Fuji (pocas en la historia), han sido violentas, debido a la furia de Kaguya-Hime.
La princesa Kaguya se enteró por medio de un susurro de un sirviente del palacio que estaba encargado de cuidar el espejo que la mantenía cautiva del hechizo y el engaño del Emperador, así que le pidió a uno de los habitantes de la Ciudad de la Luna que hiciera que del Monte Fuji cayera fuego, lava, cenizas y gases venenosos que causaran la muerte de la región entera. Esa persona así lo hizo, y tomando la furia de la princesa como componente principal, creó al volcán a partir de la montaña, que no hizo erupción debido a que la rabia de la princesa no era suficiente, por lo que tenían que esperar hasta que la rabia de la princesa se acumulara y fuera la suficiente para hacer estallar al volcán.
Desde entonces las erupciones del Fuji , aunque escasas, han sido violentas, debido a la furia de Kaguya Hime.
Conocidos como Huli jing en la mitología china, Kitsune en la mitología japonesa y Kumiho en la mitología coreana, son seres longevos capaces de cambiar de forma ya sea para ayudar a los humanos o para realizar alguna acción maligna.
Dichas mitologías los describen como seres inteligentes, sabios y mágicos, con la apariencia de un zorro y la capacidad de cambiar de forma, usualmente a la de una mujer hermosa y joven con el propósito de seducir a un hombre de poder.
En las mitologías china y coreana se les menciona como zorros de nueve colas mientras en la japonesa se dice que entre mas colas tenga dicho ser es un indicativo de su sabiduría y poder, teniendo desde una hasta nueve colas.
Tanto la mitología china como en la japonesa estos seres forman parte de varias historias o leyendas en las que son capaces de realizar actos tanto buenos como malos, en Japón sirven como mensajeros de Inari Okami (importante espíritu Kami de la religiónShinto), sin embargo en Corea son principalmente malignos y dependiendo de la leyenda buscan incluso comer el corazón o el hígado de su víctima.
En la mitología coreana se cree que si un Kumiho acumula suficiente energía puede convertirse permanente mente en un humano, esto lo logra dependiendo la fuente literaria de formas tan variadas como absteniendoce de matar y comer humanos por 1000 días, devorando 1000 hígados humanos en un periodo de 1000 años o evitando mostrar su identidad a los humanos por un periodo de tiempo y ayudando a cualquier humano que lo necesite durante dicho periodo.
Hachiman es considerado como el dios de los guerreros samurai (no de la guerra) y del tiro con arco dentro de la mitología japonesa aunque curiosamente su origen no se encuentra en los escritos clásicos japoneses, siendo el mito creado tras el fallecimiento del primer emperador Ojín, quien fue ascendido a deidad y rebautizado. Su origen último está en la fusión entre el dios sintoísta de la guerra y las creencias budistas procedentes de China, país en el que es conocido como Gran bodhisattva Hachiman, protector de los devotos del Sutra del Loto.
Las corrientes sintoístas de Japón le consideran además como el dios de la agricultura y el protector de Japón, encargado de mantener la paz, la prosperidad y la felicidad de sus habitantes. La paloma es el animal que le representa y también el que le sirve como mensajero. Durante las batallas se hacían sonar los tambores tradicionales llamados Odaiko y se creía que el espíritu de Hachiman habitaba en el sonido producto de los tambores y el choque de las espadas en la batalla.
Hachimán, cuyo nombre se puede traducir como “Dios de los 8 estandartes” en referencia a los ocho estandartes celestiales que anunciaron y marcaron el nacimiento del primer emperador Ojín, es también protector de las vidas de los hombres y en algunas regiones del país incluso los marineros y pescadores que le veneran como su guía y tutor y a quien rezan en busca de una jornada de pesca fructífera. Otro colectivo que venera a Hachiman es el de los agricultores y campesinos, a quienes protege y tutela.
Tal es su importancia que cuenta con cerca de 25.000 templos erigidos en su nombre dentro de Japón, y no son pocas las ciudades, pueblos y aldeas cuyo nombre hace referencia a Hachiman.
La mitología japonesa cuenta que Izanagi, tras encerrar definitivamente a Izanami en el inframundo, decidió lavar su cara para refrescarse y descansar de los trágicos episodios vividos hasta el momento (el origen de la muerte en la mitología japonesa). En el momento en el que Izanagi estaba relajándose en unas tranquilas aguas termales, al mismo tiempo que intentaba meditar sobre todo lo que había pasado, nacieron tres dioses. Tres de los dioses más importantes dentro de la mitología japonesa. Estos fueron Amaterasu (que nació cuando se secaba el ojo izquierdo),Tsukuyomi (cuando se secaba el ojo derecho) y Susanoo (que nació directamente de su nariz).
Tras este nacimiento inesperado, Izanagi decidió que debería dividir los poderes del mundo entre estos hijos suyos. Así pues, a Amaterasu se le entregó el sol y el cielo, a Tsukuyomi se le hizo entrega de la luna y la noche y a Susanoo el poder sobre los océanos. A pesar de este reparto, cuenta la leyenda que Susanoo no estaba muy contento con el reparto de las habilidades y poderes. Al parecer, esta deidad tenía la fuerte convicción de que era el más listo de todos, el más fuerte, el más capacitado y por tanto el que más poder debería recibir de su padre.
En ese momento Susanoo decidió que se enfrentaría con su hermana, quizá por miedo a presionar a su propio padre. Así pues, sus ataques se centraron en la figura de Amaterasu. Este dios retó a su hermana a un duelo para ver quien era capaz de crear más dioses. Amaterasu aceptó, cogió la espada de Susanoo y la partió en tres trozos de los que nacieron unos cuantos dioses. Susanoo cogió los collares de Amaterasu y creó 5 dioses más. El problema comenzó cuando ambos empezaron a discutir sobre la custodia de estos dioses.
A partir de ese momento Susanno parece perder el juicio. Comienza a realizar una serie de acciones que no harán más que enfadar a su hermana. Arrasa los campos de arroz, llena todos los canales de irrigación de agua y arroja excrementos en los palacios y templos de Amaterasu. A pesar de que la diosa ruega a su hermano que se calme y no haga más destrozos, el dios parece estar en un estado de cólera imparable. La acción que termina con la paciencia de Amaterasu viene originada por el asesinato a manos de Susanoo del caballo celestial. No contento con su muerte corta su cabeza y la lanza al palacio en el que las doncellas de Amaterasu tejían el mundo. Muchas de ellas mueren y Amaterasu decide que esta será la última acción que verá de su hermano.
La diosa se encierra en una oscura cueva dejando sumido al mundo en una absoluta oscuridad. A partir de ese momento la podredumbre se apodera de la tierra, los malos espíritus salen de sus escondites y el caos comienza a reinar.
Para solucionar este problema se reunieron aproximadamente ocho millones de Kami (espíritus de la naturaleza) e idearon un plan para que la diosa saliera de su escondite. Colocaron un espejo en la entrada de su guarida y comenzaron a festejar. No paraban de bailar y danzar haciendo entender a Amaterasu que estaban dando la bienvenida a una nueva deidad. Esto generó bastante curiosidad en la diosa que poco a poco fue saliendo de la cueva. Al ver su reflejo en el espejo quedó completamente encandilada y fascinada. En ese momento los Kami se aprovechan y cierran la cueva tras ella, convenciéndola después de que tenía que volver a alumbrar la tierra.
Dentro de la Mitología de Japón nos encontramos con una serie de dispares criaturas conocidas como Yokai (Yōkai), que se puede traducir como “monstruos” o “apariciones”. Lo más peculiar de estas extrañas apariciones es la gran diferencia entre ellos, y pueden ser inofensivos, enternecedores, aterradores o incluso peligrosos, y cuentan con la ventaja de ser inmunes a cualquier ataque por parte de las personas normales. También tienden a comportarse de manera arrogante con los humanos, y debido a su manera diferente de ver el mundo, lo más probable es que terminemos teniendo problemas si no los evitamos.
Según la tradición, si queremos librarnos de un Yokai deberemos recurrir o a un experto o a un monje que cuente con la bendición de Buda, aunque afortunadamente muchos de ellos habitan en zonas aisladas y evitan todo contacto con las personas. También hay algunos que consiguen convivir con los humanos de manera pacífica, y otros que se relacionan para engendrar seres mitad humano y mitad Yokai, aunque estas relaciones siempre terminan en desgracia.
Las historias de los Yokai suelen ser breves, provienen de diferentes puntos de Japón y se remontan muy atrás en el tiempo, contándose de generación en generación.
Uno de los mejores ejemplos de Yokai inofensivo aunque molesto es Betobeto-san (procedente de Nara), una extraña criatura invisible que camina tras nosotros, haciéndonos escuchar sus pasos en la soledad de la noche. La solución para librarnos de él es detenernos y decir con educación “Betobet-san, pase usted primero”, tras lo cual nos adelantará y nos dejará en paz, de lo contrario nos seguirá hasta que le apetezca.
La otra cara de los Yokai la vemos en Futa-kuchi-onna, o la mujer de las dos bocas, una de las cuales se encuentra en su nuca y bajo su largo pelo.
Se trata de una mujer que ha sido maldecida por no alimentar correctamente a un hijo y lo ha dejado fallecer de hambre, lo que explica que esta segunda boca pida constantemente comida y propine terribles gritos cuando no la consigue. Sus largos cabellos sirven como tentáculos con los que llevarse la comida a la segunda boca. La explicación según la mitología japonesa a esta maldición es que el espíritu del hijo fallecido se instala en el cuerpo de su madre, convirtiéndola así en Yokai.